SONETO AL MORTECINO:
Sobre el ruinoso aposento la eterna,
fiel, segadora de pasos, se posa.
Yace un doliente. Con las manos roza
restos etéreos de vida terrena.
Teme a la dama de la horrible terna
Átropos, ella es, la que el hilo troza
pierde las fuerzas, algo lo destroza
siente extinguirse su presencia externa.
Ruega, suplica que esté equivocada
pero la mano glacial le recorre
ágil, alegre la faz de su cuerpo.
Calla la tarde, quietud en su cuerpo
fúnebre llant, lamento cual torre
que se derrumba en la profunda nada.
lunes, 29 de diciembre de 2008
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1 comentario:
Muy buen poema de muerte.
Saludos!
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